Alguna vez comparé a Álvaro Uribe con Franklin D. Roosevelt, presidente estadounidense de 1933 a 1945. Como F.D.R., Uribe demostró ser un líder natural desde el principio, y ambos despertaron el optimismo en sus pueblos después de varios años de no ver luz al final del túnel. Pero con la reacción de Uribe a la aprobación por parte de la Corte Constitucional del proyecto de reelección, me da la impresión de que nuestro presidente tiene varios rasgos en común con otro personaje menos grato...
Pero vamos por partes.
Franklin D. Roosevelt y Uribe
F.D.R. fue reelegido dos veces sin perder el apoyo popular. Sin su liderazgo y su disposición sin precedentes a abrir las arcas del Estado a la inversión social, la superación de la Gran Depresión habría sido más lenta y la intervención estadoundense en la Segunda Guerra Mundial quizás no habría sido tan decisiva. El pueblo estadounidense, limitado a escoger entre Roosevelt y el candidato republicano de la ocasión se decidió por el presidente. Porque "si no era Roosevelt, ¿entonces quién?"
Lo que se olvida con frecuencia es que los gobiernos de Roosevelt no fueron perfectos. Su intento por ampliar la Corte Suprema para nombrar jueces que apoyaran sus reformas fue visto como una amenaza al sistema de división de poderes —pero no pasó a mayores, al ser rechazada por el Congreso—. Y, luego, en su tercer mandato, su decisión de recluir temporalmente a personas de origen japonés en la costa oeste con el fin de prevenir que realizaran labores de espionaje para las fuerzas japonesas dejó un tufillo de xenofobia y racismo. Sin embargo, el público estadounidense ignoró estos detalles y dio más importancia al liderazgo de su presidente en momentos de malestar económico y guerra.
La llegada al poder de Álvaro Uribe despertó las esperanzas de un pueblo colombiano burlado por los violentos y desvalijado por los corruptos. Uribe prometió arremeter contra los violentos, y lo hizo, a pesar de que estrategias como la de capturas masivas con base en delaciones han afectado a cientos de ciudadanos inocentes, que meses después de su captura son liberados por falta de pruebas en su contra. Uribe también prometió acabar con la corrupción, pero, tras la caída de su referendo, no volvió a hacer ningún esfuerzo al respecto, y hasta acudió a la politiquería para sacar adelante su proyecto de reelección. Pero el pueblo colombiano ha visto estos problemas como males menores, y, como ya se sabe, Uribe se mantiene como el más firme candidato para las elecciones de 2006.
"Si no es Uribe, ¿quién?"
Hace unas semanas, El Tiempo escribió un editorial cuya idea principal era "si no es Uribe, ¿entonces quién?" Con la aprobación por parte de la Corte Constitucional del proyecto de reelección presidencial, los defensores de esta idea quedaron felices. Y, mientras tanto, los demás candidatos ayudaron a sustentar esta noción con su silencio.
Los precandidatos del Partido Liberal —Horacio Serpa, Rafael Pardo, Rodrigo Rivera, Cecilia López y Andrés González— aceptaron y respetaron la decisión de la ilustrísima Corte, bla, bla, bla, y siguen sin presentar programas de gobierno alternativos. Habrá que esperar los resultados de la consulta liberal para que presenten algún programa específico.
El Polo Democrático y Alternativa Democrática, con Antonio Navarro y Carlos Gaviria Díaz, siguen prácticamente cada uno por su lado, pese a que tienen el potencial de armar una coalición sólida de izquierda
democrática, mientras que Antanas Mockus, con todo su potencial, su hoja de vida impecable y sus interesantes planes de complementar la política de seguridad con inversión social y fortalecimiento de la democracia, ni siquiera tiene una página de Internet donde el público —especialmente la comunidad colombiana en el exterior— tenga acceso a sus ideas.Mejor dicho, no es que no haya alternativas a la reelección de Uribe, sino que no hay manera de saber a ciencia cierta si las hay o no.
¿Roosevelt o...?Roosevelt no tuvo que luchar muy duro por su reelección. Y muchos dirán que Uribe tampoco tendrá la cosa muy difícil. Sin embargo, todavía falta más de medio año para acudir a las urnas, y cualquier cosa puede pasar. Hay que recordar que cuando Uribe se lanzó, empezó bien detrás de Horacio Serpa y Noemí Sanín. Pero, en todo caso, tiene ventaja: aunque teóricamente se le prohíbe hacer campaña antes de cuatro meses antes de las elecciones, lo cierto es que la imagen que empezó a proyectar Uribe desde el momento en que se le informó de la decisión de la Corte es la de candidato.
Su aparición ante las cámaras con la banda roja tras serle otorgado el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Libre (
muy buen chiste gráfico de Humor Vítreo en Eltiempo.com) y sus palabras me hicieron recordar el pomposo aterrizaje de
George W. Bush en un portaviones, después del cual declaró el fin de la guerra en Irak. Aquel evento se consideró en Estados Unidos como el primer evento de su campaña para la reelección que ganaría en noviembre de 2004.
Uno de los puntos más fuertes tanto de Bush como de Uribe es su imagen de gobernantes firmes, en quienes el pueblo puede confiar para que garanticen su seguridad, así ésta no vaya acompañada por el bienestar social y las libertades individuales. El miedo, consciente o inconsciente, siempre es un importante factor a la hora de votar.
Otro punto en común de ambos es su uso del efectismo en la oratoria. Gran parte de la campaña de Bush se llevó a cabo seduciendo al pueblo estadounidense con frases de cajón y palabras claves: "moral values", "freedom", "war on terror", "our great nation", etc. (valores morales, libertad, guerra contra el terror, nuestra gran nación). De manera similar, la palabra "patria" es omnipresente en los discursos de Uribe, mientras que el vocablo "terrorista" perdió su significado real y su uso se convirtió en herramienta política (
el terrorista deja de serlo cuando se entrega a las autoridades).
Vale la pena anotar, de todos modos, que las similitudes están en sus políticas y no en sus formas de ser. Las diferencias personales entre Bush y Uribe son bastante marcadas. Uribe trabaja, trabaja y trabaja, mientras que Bush visita la Casa Blanca cadavezqueledalaganamente y pasa la mayor parte del tiempo en su rancho en Texas. Uribe siempre se destacó por su excelencia académica durante sus años de estudio, mientras que Bush sobresalió por su alcoholismo, su vagancia y su uso de drogas.
Uribe, en contraste con Bush, no es el acabose. Y, como Roosevelt, no es perfecto aunque lo parezca. Uribe no es el diablo pero tampoco es el mesías, aunque les duela a
Indymedia y a
Fernando Londoño. Es hora de dejar la polarización a un lado y de elegir a nuestros líderes con mente abierta y responsabilidad. Sólo así mereceremos la posibilidad de reeligirlos.
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Y para no terminar con tanta seriedad, les recomiendo este archivo de PowerPoint que me llegó por e-mail:
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