jueves, abril 20, 2006

Testimonio (segunda parte): Primiparadas en Copenhague

Por Camilo Cetina*

Luego de casi dos meses en estas tierras quiero describir parte de la vida en una ciudad como Copenhague. Como todo en la vida, esto es subjetivo, personal y arbitrario. ¡Ah! Y como ya lo ha ilustrado la teoría del caos —la temperatura de un cuerpo no es más que un promedio de lo que sucede allí (contabiliza moléculas calientes y otras casi congeladas, hasta el cero absoluto)— estas impresiones son como eso: una insignificante muestra de todo un universo —finito— de posibilidades. Aquí van algunas.

La soledad

La soledad no es como la pintan. Es muchísimo peor, elevado al cuadrado y apenas tendrán una idea de eso. Sobre todo cuando recién usted llega a acomodarse. Y no porque falte otro ser humano al lado; es porque lo que nos hace un poquito diferentes de los animales es la comunicación. ¿Con quién vas a desayunar, almorzar y comer los primeros días? Solo. ¿Con quién hablas la mayor parte del día? No aplica porque hablas solo (así sea mentalmente). ¿Con quién sales a tomar el bus o el metro? Solo. En fin, al principio las habilidades comunicativas, en lugar de aplicarse, se atrofian.

Domicilio

Vivo en uno de esos distritos con un nombre indescifrable (Frederiksberg) que a mi parecer puede ser el nombre o apellido de alguien (¡Hey! ¡Frederiksberg! ¿Estás ahí?), o el apodo de algún legendario héroe vikingo que quiso desertar de este frío tan HP y lo mataron por querer salir de acá (pobre Frederiksberg...), o bien una comida o una marca de cerveza (¡Hey! ¡Dame una Frederiksberg!), o qué sé yo. El caso es que la búsqueda de domicilio es una actividad que se vuelve más indispensable que una urgencia estomacal luego de comer fríjoles con pezuña acompañados de un buen jugo de guayaba en leche. La cosa es así porque sin domicilio usted no tiene un número de seguridad social. Y sin eso usted no tiene nada; no puede acceder al carné para usar el transporte publico, ni al servicio de salud, ni a la biblioteca, ni puede inscribirse para tomar un curso de danés que lo salve de usted mismo en el supermercado o en los buses.

Para los hombres

Copenhague es como cualquier ciudad capital: hay cosas buenas y cosas malas. Las mujeres, por ejemplo. Así como no todas las viejas buenas son danesas, no todas las danesas están buenas. Eso sí, si usted se topa con una buena (que indiscutiblemente es parte de la mayoría), muy seguramente ella sabe que está buena; por lo tanto ella esperará a que usted tome la iniciativa. Rompamos el mito: las danesas no están ávidas de amor ni de sexo las 24 horas del día. Como las demás mujeres, tienen una predisposición casi fisiológica a esperar —como la flor al polen o la tierra a la semilla. (Estoy verificando si luego de ello actúan como una monumental e insaciable planta carnívora o como una tierna e inocente margarita.)

La maldición del “reggaetón”

Todos los que han salido, o quieren salir del país, generalmente quieren liberarse o escapar de algo: escapar de la inseguridad de las calles, de la mediocre educación, del desempleo, de la pobreza, del aburrimiento, de la familia, de su lengua materna, etc. Pero, amigos míos, déjenme darles una muy, pero muy mala noticia. Hay algo de lo que NUNCA podrán escapar por más lejos que viajen: el Reggeatton (o Reguetón —no sé cómo se escribe—). Este ritmo parece invadirlo todo como un cáncer. Ya ha invadido a Copenhague y sigue su indestructible camino de mal gusto y chabacanería caribeña. Se escuchan los gemidos de los intérpretes en casi todos los bares (excepto pubs) y los “night club” de la ciudad.

Alguna vez le escuché a alguien decir que esa música era un derivado del Reggae (de allí su nombre), pero para mí no es más que ese hijo deforme de leyenda que exhibe en los circos sus mutaciones físicas. O, ¿cómo más se explica uno que legendarios temas de Bob Marley como No woman no cry o Is this love sean la principal influencia de temas como Dame más gasolina o Metélo papi, metélo (ojo, que la tilde está puesta en el lugar que el cantante quiere)? Lo más ridículo de todo es que, para asegurarse que sus “sensuales” letras sean entendidas en un solo sentido, esta música va acompañada de unos “coros” en los que, al parecer, está gimiendo una mujer. Pero por su alto volumen parecería que en el bar hay un chimpancé atrapado en el baño de mujeres viendo a las inocentes usuarias que entran y salen.

Otros colombianos y latinos

Buscar vínculos con nuestra cultura latina o colombiana no es tan difícil en el extranjero. Con un poco de paciencia y estrategia se puede encontrar algo de comida o diversión. Por ejemplo, las discotecas o bares. Las excelentes actuaciones de Al Pacino en Scarface o en Carlito's Way (donde vemos algo del fenómeno de los primeros latinos inmigrantes en USA) se quedan cortas frente a la realidad de estos tiempos y lugares.

Primero, porque acá algunos latinos que van a los bares donde se toca “salsa” (sí, y también reguetón) de verdad tienen la cara cortada (no me pregunten por qué) y han logrado serias innovaciones en cuanto a joyería masculina que haría ver como un pordiosero a nuestro zar de las esmeraldas, Víctor Carranza.

Segundo, porque los “afrolatinos” o negros parecen disfrazados de Daddy Yanqui (sí… el cantante (¿?) de reguetón) y quieren actuar como ese sujeto.

Tercero, algunos latinos hablan un muy mal inglés y español, sobre todo los peruanos y ecuatorianos, quienes con sus largas cabelleras y particulares vestimentas parecen los clones del mismísimo Tupac Amaru, con la diferencia que desarrollan sus luchas tribales actuando en la pista de baile. Obviamente, también acuden a estos lugares algunos daneses, muchísimas danesas, latinos en viaje de vacaciones o de negocios, colombianos de diversos perfiles y con diferentes actividades, argentinos, venezolanos, cubanos,... y advenedizos estudiantes venidos a más como yo. Ambienten ese “sancocho” con salsa bien y mal bailada, más el popular reguetón, y tendrán como resultado un night club de salsa de los más populares y reconocidos en Copenhague. Esta es la globalización “de sur a norte”.

El idioma

El danés es un idioma realmente difícil. En otra ocasión me extenderé en detalles, pero en esta ininteligible lengua usted pronuncia la mitad de lo que escribe; si no domina el idioma, escribe la cuarta parte de lo que piensa. ¿Resultado? Fácil: usted mejor se queda callado porque es mejor pasar como un mudo o tímido, que por tartamudo.

El estudio

Un profesor no necesita vestir todos los días de saco y corbata para ganarse el respeto (de hecho mi profesor de Microeconomía —PhD de Harvard— viste habitualmente jeans y una suerte de sandalias). No hay que decirle “Doctor” (así haya hecho PhD, como en las mayoría de los casos); es suficiente con decirle “Professor” o, simplemente, llamarlo por su nombre. Cada tema que usted ve en clase tiene ejercicios de aplicación. Usted puede comunicarse con ellos por e-mail y casi el mismo día le resuelven las dudas.

De nuevo, espero haber hecho daño en sus indicadores de productividad diaria (no mayor al que les puede hacer el MSN o un café o una cerveza en medio de sus jornadas laborales o académicas), o bien espero haber compensado el daño con una sonrisa.


*Mi nombre es Camilo, tengo 29 años, soy de Bogotá y llegué a Dinamarca hace un poco más de un mes para adelantar estudios de Maestría en la U de Copenhagen. Quiero hacer amigos colombianos en este medio, dado que la amistad en este país con la gente se construye de otro modo y con otros tiempos o plazos muy diferentes a los nuestros.

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jueves, abril 13, 2006

Testimonio: Un colombiano en Copenhague

Por Camilo Cetina*

No quería dejar pasar el primer mes en la ciudad de Copenhague sin compartir algunas reflexiones con ustedes, acerca de lo que le pasa a un montañero como yo, cuyo mayor viaje internacional, hasta ahora, se reducía a pasar el puente Rumichaca luego de emborracharse en la Fiesta de Negros y Blancos.

Esta ciudad (y me atrevería a generalizar, diciendo "esta sociedad") se moja en la opulencia. Desde que uno llega, el aeropuerto es escalofriantemente lujoso. Sala de descanso, gimnasio, pisos en mármol, taxis Mercedes Benz, entre otras cosas, lo distinguen de otros, como nuestro querido Eldorado. Cuando pasé por ahí, como buen colombiano, evasivo de la norma y de las instituciones, pensé que robándome la manta que a uno le suministran en el avión para el viaje, podía pasar unas plácidas noches en la ciudad, gastando lo mínimo sólo fingiendo ser un "viajero frecuente" (como el personaje de Tom Hanks en "La Terminal", sólo que como buen latino tercermundista en mi caso me motiva el dolo y la intencionalidad).

Por otra parte, en lo poco que conozco (de la casa al colegio y del colegio a la casa) esta ciudad parece ser el éxtasis de Peñalosa y su gente en materia de política urbana. En todas las principales vías existen ciclorrutas y en los sitios de alta afluencia de público hay sendos parqueaderos para las ciclas. Hay rutas de bus similares a los alimentadores de “transmitiesto” y con un sospechoso parecido hasta en la carrocería, y todas llegan a las estaciones de metro.

Las diferencias con Bogotá saltan a la vista. Primero, acá la gente monta en cicla de "turismero" (que tu canasta adelante y que tu parrilla atrás, que tu guardabarros en las ruedas, etc). Segundo, uno puede subirse al "alimentador" en cualquier paradero y bajarse en cualquier paradero (no como en Bogotá en donde los choferes emiten toda clase de improperios contra aquellos "gotereros" que se bajan antes de llegar a las estaciones troncales de Transmilenio). Tercero, nadie toma la bicicleta ajena. Cuarto, la gente hace fila para subirse al bus (no como en Bogotá donde nosotros, mutantes cruzados con el más salvaje de los mandriles, podemos colgar de las barandas saltando desde el andén, en menos de dos segundos y llevándonos a los demás mutantes/usuarios por delante). Como buen colombiano, de nuevo, esta mañana se me ocurrió que uno podría pasar la vida por esta ciudad tomando las ciclas de otros, dejándolas en cualquier parte, mostrando el carnet estudiantil en todas partes para obtener precios bajos o servicios gratis y gastando lo poco que se tiene en cerveza y mujeres.

Siguiendo con el tema urbano, es sorprendente el centro de esta ciudad (donde se encuentra la Universidad de Copenhague). Esa zona es prácticamente peatonal en su totalidad. Pueden verse hordas enteras de gente caminando, conversando y descansando al aire libre. Dada la considerable cantidad de extranjeros, uno va por la calle y logra escuchar conversaciones en danés, inglés, francés, alguna clase de chino o japonés y algo de turco o árabe. Obviamente, mientras yo voy escuchando eso, voy pensando en español.

Las diferencias con nuestra adorada y nunca bien ponderada capital vuelven a ser lapidarias: pocos vendedores "informales" que no tienen que estar vociferando, como jabalíes en cautiverio, lo que venden (ya que notan que los peatones pueden ver lo que venden y leen los precios de sus productos; si a alguien le interesa algo, pues pregunta); algunos cafés (di tú Oma) venden libros y DVDs y los ponen en plena calle, sin vigilancia ni nada, sin alarmas ni códigos de barras; despensas enteras llenas con los precios anunciados en cartulina y ya. De nuevo ese espíritu emprendedor colombiano me llevó a pensar que podía llevarme –gratis e ilícitamente- la trilogía completa de The Lord of the Rings y la de El Padrino, sólo por este fin de semana. El siguiente me llevaría toda la saga de Star Wars y así sucesivamente. Mi bandolerismo mental terminaría cuando me dí cuenta que estos mismos productos se prestan en la biblioteca pública y gratis, desde donde, justamente, estoy enviando mis correos, obviamente, usando el Internet gratis.

Finalmente, hay unos corredores de agua y alamedas similares a nuestro querido "Eje Ambiental" de la Avenida Jiménez (en Bogotá), sólo que de verdad son ambientales: no hay basuras flotando como anémonas en el agua y reptando en las calles, no existe ese entrañable olor a trópico amoniacal con fritura de cuero de marrano al aire libre. Cisnes y otras especies conviven en paz con estos preclaros daneses, y hace un frío ilimitadamente endemoniado que sacaría corriendo al comando de boyacos de las FARC que operaba y pasaba la vida en el mismísimo Nevado del Cocuy.

No sé por qué sospecho que tanto Mockus como Peñalosa tienen un cortesano que estuvo aquí, o ellos mismos vinieron. Claro, lo que estos adalides parecen no haber notado (dadas su pretensiones políticas) es que lo que explica este nivel de desarrollo y convivencia es la intrincada red de relaciones sociales que subyacen un "contrato social" que se vive en la cotidianidad, y no la excesiva atención a los discursos, vallas, impuestos, puestos, formas de contratación, leyes, proyectos, programas, megaproyectos, normas, la cinta de Mobius, lo que queremos, lo que soñamos, así como las endémicas reformas legislativas que nuestro honorable Congreso gestiona.

Próximamente les hablaré de mis novatadas. Este país funciona en danés y eso hace súper crítica la vida acá. He comprado leche de soya creyendo que era leche de vaca, aderezo agrio para las ensaladas creyendo que era mayonesa, vinagre de vino creyendo que era vino de cocina y he comido no sé qué carne (y prefiero quedarme sin saberlo) creyendo que era pollo. En fin, la cosa no es nada pero nada fácil.


*Mi nombre es Camilo, tengo 29 años, soy de Bogotá y llegué a Dinamarca hace un poco más de un mes para adelantar estudios de Maestría en la U de Copenhagen. Quiero hacer amigos colombianos en este medio, dado que la amistad en este país con la gente se construye de otro modo y con otros tiempos o plazos muy diferentes a los nuestros.

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jueves, abril 06, 2006

El maquiavelismo "pro-vida"

"El Divino Niño fue sacado de su Iglesia en el 20 de Julio para protestar contra el aborto", informó El Tiempo el pasado lunes 3 de abril. La "peregrinación en defensa de la vida", organizada por la Iglesia Católica y varios grupos "pro-vida", llenó la Plaza de Bolívar para solicitarle a la Corte Constitucional que rechace la demanda que pide despenalizar el aborto en Colombia.

En principio, habría que felicitarlos, pues se manifestaron en paz y transmitieron su mensaje sin piedras ni papas-bomba: un ejemplo para muchos. Sin embargo, el uso político y mediático de la imagen del Divino Niño es, para usar una de las palabras predilectas de los cruzados ultra religiosos, una aberración.

El traslado de la estatua del Divino Niño a la Plaza de Bolívar para la manifestación es un caso inequívoco de manipulación de masas. Según el mismo artículo de El Tiempo, el motivo por el cual muchos feligreses acudieron a la Plaza de Bolívar fue, más que la manifestación, la sola presencia del Divino Niño, cuya iglesia en el barrio 20 de julio visitan todos los domingos más de 40 mil personas. ¿Habrían acudido a la marcha si el Divino Niño no fuera la atracción principal? Probablemente no.

Pero el asunto en cuestión no es la capacidad de convocatoria de los organizadores de la marcha. Lo reprochable es el uso descarado del objeto sagrado. En el ámbito terrenal, es un abuso de poder. Y, teológicamente hablando, es igualmente censurable. La utilización de la estatua del Divino Niño como un instrumento publicitario, como un medio hacia un fin que no es la veneración de la entidad representada, constituye un manejo indebido del objeto.

Dirán que se trata de un fin noble (proteger “el don divino de la vida desde su concepción”, siguiendo la consigna papal), pero esto no excusa la corrupción de los métodos ni repara los daños causados por ésta (fieles ahuyentados, pérdida de confianza en la institución, etc.). ¿O es que la Santa Inquisición se justificó por la "supresión de la herejía"?

Este mismo maquiavelismo se refleja también en otra de las estrategias “pro vida” de la Iglesia, una nueva especie de cruzada de los niños, esta vez no contra los árabes sino contra el aborto. La semana pasada, la Corte Constitucional recibió 30 mil cartas de niños rechazando la despenalización del aborto. Según los organizadores de la campaña, los niños escribieron las cartas por iniciativa propia, ejerciendo su “derecho a exigir que se respete la vida desde el momento de la concepción”. Sin embargo, la columnista María Jimena Duzán denunció que a los niños de siete años de un colegio de Medellín se les había pedido escribir las cartas “ligero” (es decir, rápidamente), explicándoles que “a las mamacitas que están embarazadas les sacan los niños de la barriguita para matarlos”.

La asociación Familia Educadora, organizadora de la campaña, se defiende argumentando que los padres de los niños tienen el “derecho y [la] obligación de educar y formar y representar a [sus] hijos en la defensa de la vida humana”. Se nota que se tomaron muy en serio esta labor pedagógica: “Si no nacen más bebés se acaban las personas,” escribió uno de los niños en su carta, según una noticia de la Agencia Católica de Informaciones (ACI). ¿Qué le habrán dicho a este pequeño para hacerle creer que no nacerán más niños si la Corte falla a favor de la demanda?

¿Cómo se le explica a un niño un tema tan complejo y delicado de manera objetiva y equilibrada? ¿Les explicarán las situaciones de pobreza, maltrato y falta de educación atadas al asunto? ¿Les contarán sobre los diferentes tipos de malformaciones congénitas que hacen imposible la vida extrauterina de un feto? Por supuesto que no. La sola idea de bombardear a un niño que apenas está aprendiendo a leer y escribir con esta información es insensata e infame, y más aun si el propósito es, como en el caso del Divino Niño, utilizarlos en una estrategia mediática con fines políticos.

Sería ingenuo e injusto pensar en negarle a la Iglesia Católica su derecho a manifestarse sobre un tema que considera tan importante como el aborto. Pero es apenas justo invitarla a que lo haga con la mesura que la ha caracterizado, por ejemplo, en sus esfuerzos por lograr la liberación de personas secuestradas, y no con el maquiavelismo que la ha llevado a cometer tantos errores e injusticias a lo largo de la historia.


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Más información sobre el tema

"La sociedad colombiana: inhabilitada para emitir juicio" (Colombianadas: El Blog, 9/12/2005)
"Carta de una abuela indignada" por María Jimena Duzán (El Tiempo, 27/2/2006)
"Carticas marcadas" por Daniel Coronell (Semana, 2/5/2006)
"El Divino Niño fue sacado de su Iglesia en el 20 de Julio para protestar contra el aborto" (El Tiempo, 3/5/2006)
"Más de 30 mil cartas de niños colombianos piden a Corte Constitucional no despenalizar el aborto" (ACI Prensa, 29/3/2006)

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