Cartagena: ciudad de libros
En inglés, el término "book town" se refiere a los pueblos en donde el número de tiendas de libros antiguos y de segunda mano supera con creces al de supermercados y bares. El primer pueblo en recibir este nombre fue Hay-on-Wye, un pequeño pueblo en el oriente de Gales, cerca de la frontera con Inglaterra (ver artículo de Wikipedia, en inglés).

Se decidió realizarlo del 26 al 29 de enero. Y el pasado miércoles 25 empezaron a llegar a La Heroica los escritores invitados de varios países del mundo, junto con cientos de personas, en especial estudiantes, de diferentes rincones del país. El viernes, el diario El Universal informó que después de la primera jornada ya no quedaban boletas para ningún evento.
También llegó Gabriel García Márquez a ayudar a promover la fiesta y a estar presente en la reunión de la junta directiva del Instituto Caro y Cuervo, en proceso de reestructuración. No dio declaraciones ni repartió autógrafos, pero según reportó El Tiempo comió emparedado de queso en la Avenida San Martín y se dio gusto paseando por Bocagrande.
Según sus organizadores, el Hay Festival es, más que cualquier cosa, una fiesta. Una fiesta que "está más cerca del remoto diálogo platónico y de la fiesta en espacios públicos, más cerca de Woodstock que de la Asamblea General de Naciones Unidas", para citar a Collazos, uno de los escritores presentes. No hay discursos, no hay cátedra; hay conversaciones informales y espontáneas.
Se habla de poesía y de televisión, de periodismo y de cine, y, por supuesto, del papel de la literatura en éstos (y viceversa). El jueves, en el Teatro Heredia, la escritora y periodista mexicana Alma Guillermoprieto se sentó con el autor español Enrique Vila-Matas, la escocesa Ali Smith, la venezolana Victoria di Stefano y el colombiano William Ospina a conversar sobre la razón por la cual se escribe. "Yo escribo para pensar, para no desesperarme," comentó Guillermoprieto. "Escribo para entender el mundo, para tener un quehacer diario, para digerir lo que leo y para poderme dormir en la noche."

La fiesta termina el domingo con una sesión compartida entre autores y público sobre los gustos literarios de lado y lado, una ceremonia de premiación y con una muestra del Carnaval de Barranquilla.
Esta fiesta de la palabra ha logrado conectar al público lector con los escritores de carne y hueso cuyas mentes sólo conocían por medio de sus libros y una que otra mención en un periódico. Y, de paso, se une al Festival de Cine para hacerle contrapeso, en beneficio de la salud mental de Cartagena y la del resto de Colombia, al reinado de "belleza" (del tipo sintético) y banalidad que tanto revuelo causa en los medios nacionales.
Para más información, vea la página oficial del festival.
La contraportada de Cartagena
De manera paralela al Hay Festival, el escritor cartagenero Efraim Medina realiza, con el fin de "mostrar a través de crónicas, reportajes, ensayos y columnas la grave situación que afronta la otra Cartagena", el No Hay Festival, en Bazurto, Nelson Mandela, Henequén y otros sectores marginados de la ciudad. Cuenta con la participación de autores colombianos como Alonso Sánchez Baute, Ernesto McCausland, Daniel Samper (padre e hijo), Ricardo Silva y Antonio Ungar, entre otros.
Podrá disgustar a algunos el estilo irreverente y a veces deliberadamente chambón de Medina, pero la mísera realidad de la gran mayoría de los cartageneros no se esfuma así no más con ocasión de visitas de huéspedes inútiles —perdón, ilustres—, reinados ni festivales.
Muy bien por el Hay Festival, sí. No se trata de aguar la fiesta. Se trata de mostrar la realidad que vive esa Cartagena que, como escribe Medina, "no sirve para hacer postales ni festivales internacionales de nada". Y así tratar de hacer algo para que ese 80% de Cartagena pueda algún día disfrutar y beneficiarse de festivales como éste.